Como todos los años, la Semana Santa nos une en torno a los misterios de la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo. El día 05 de Abril celebramos la Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Los israelitas recibieron a Jesús con palmas y ramos, aclamándolo como Rey, como el "Hijo de David". Al bendecir los ramos buscamos bendecir nuestras alabanzas a Dios, recordar que Él es nuestro Rey, nuestro Salvador.
Los israelitas recibieron a Jesús con palmas y ramos, aclamándolo como Rey, como el "Hijo de David". Al bendecir los ramos buscamos bendecir nuestras alabanzas a Dios, recordar que Él es nuestro Rey, nuestro Salvador.
Con los ramos en las manos, recordamos que nuestra alabanza debe ser sincera, cargada de humildad, dispuesta y entregada.
Al escuchar el relato de la Entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén, reflexionamos cómo el pueblo que lo vitoreaba, en menos de una semana le volvería la espalda.
Como los israelitas, con ramos y cantos iniciamos la procesión hacia el templo, para participar de la Eucaristía.
¡Shalom, Hosanna!
¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!
Los niños hebreos, con ramos de olivo aclamaban al Señor: ¡Shalom, Hosanna!
Los niños hebreos, tendiendo sus mantos aclamaban al Señor: ¡Shalom, Hosanna!
Con ellos nosotros, con palmas y ramos, aclamamos al Señor: ¡Shalom, Hosanna!
¡Santo, Santo, Santo es el Señor! ¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito es el que viene en Nombre del Señor!
En su amor la gracia del Señor nos ha reunido.
Aclamemos hoy a Cristo como Rey con nuestros ramos.
Con los niños de Israel que salieron a su encuentro... .
..hoy a Cristo aclamemos como Salvador del mundo.
El que tiene como trono los cielos y domina el cosmos...
..como Rey de Paz hoy triunfa mansamente sobre un asno.
Jesucristo, quien triunfó de la muerte y del infierno...
... viene a darnos con su muerte vida nueva y sempiterna.
Cuando venga como Juez al llegar el fin del mundo...
... que estemos entre quienes participan de su triunfo.
¡Santo, Santo, Santo es el Señor!
¡Hosanna en las alturas!
¡Bendito es el que viene en Nombre del Señor!
Una vez en el templo, continúa nuestra alabanza a Cristo, el Dios que salva, el Hijo de David.
La comunidad de nuestra Parroquia se reúne, luego de la alegría de Jesús triunfante, para adentrarse en el misterio de la Pasión de Cristo.
Buscamos en nuestro corazón que nuestro "Hosanna" no se convierta en un "¡Crucifícale!"
Pedimos no callar nuestra voz, ya que la majestad de Cristo nos inspira.
Si callamos nuestra voz, las piedras gritarán.
El color rojo de las vestiduras y los ornamentos nos recuerdan que la majestad de Cristo tiene su máxima manifestación en el sufrimiento de la Cruz.
¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David!
Los instrumentos musicales nos ayudan a darle a la celebración la alegría de dejar a Jesús entrar triunfalmente en nuestros corazones.
La procesión culmina al llegar al altar, lugar donde se llevará a cabo el Sacramento de la Eucaristía.
Sacerdote, diáconos, ministros y monaguillos se acercan al altar para dar paso a la Liturgia de la Palabra.
Mientras la asamblea prepara el corazón para escuchar al Profeta Isaías, que nos muestra que ante el rechazo de la verdad y la tribulación en esta tierra, debemos confiar en el Señor y no confundirnos, endurecernos ante el pecado y ablandar el corazón al amor de Dios.
Luego, en el Salmo 21, se nos muestra con una exactitud asombrosa los padecimientos que Jesús ha de sufrir en la Cruz por nuestros pecados.
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
"Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica. Pero Tú, Señor, no te quedes lejos, Tú, que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme".
En la voz de Francisco Leal, el canto profético del salmista nos recuerda las burlas y desprecios que Jesús sufrió y sufre todos los días por nuestras ofensas.
La celebración continúa con el relato de la Pasión de Cristo según san Marcos, donde el Hijo del Dios vivo acepta la muerte y el dolor hasta el límite, tomando una cruz que no es suya, sino nuestra.
Así comienza la Semana Santa, días en que se celebra el centro de nuestra fe, donde no sólo recordamos el sacrificio de Cristo por nosotros, sino que reflexionamos cómo este sacrificio se vuelve a actualizar en cada Eucaristía.
Así comienza la Semana Santa, días en que se celebra el centro de nuestra fe, donde no sólo recordamos el sacrificio de Cristo por nosotros, sino que reflexionamos cómo este sacrificio se vuelve a actualizar en cada Eucaristía.
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